Estamos en una era tan digitalizada que ya hasta tenemos sexo por internet. No sólo me refiero al cibersexo, sino también a encontrar pareja por redes sociales o mantener encendida la llama con curiosas aplicaciones móviles. Pero centrémonos en este último caso.
Tanto para Android como para iPhone existen aplicaciones móviles cada cual más exuberante, las hay desde los aparentemente inocentes “dados mágicos” o “dados del amor”, hasta el «Orgasmómetro» de la marca de preservativosControl. Se trata, según la marca, de que el smartphone actúe como un entrenador personal midiendo los resultados de las relaciones sexuales y la evolución experimentada. Y no se queda la cosa ahí, si no que esta app incorpora un ranking y un sistema de geolocalización del orgasmo.

Pero, ¿hasta qué punto una pareja de enamorados -o no- quiere dejar constancia de dónde, cómo y cuándo mantiene relaciones sexuales? Muchos responderían ¿y por qué no, si ya dejamos constancia de qué comemos, a dónde y con quién vamos, y chateamos desde el cuarto de baño? Veamos que otras aplicaciones móviles sexuales no dejan imaginación a nuestra actividad:
Aplicaciones como «Passion» o «Sexometer» registran el sonido, duración y movimientos de tu acto sexual y funcionan como entrenador personal que te informan de cómo te has empeñado y te valoran del 1 al 10.
Otro ejemplo de geolocalización -pero ya metiéndonos en el mundo gay- está «Grindr», que permite contactar con otra persona que busca pareja en ese instante y en un lugar aproximado. También existe la versión hetero, «Blendr». Y con «I Just Made Love» (IJMD) podrás enterarte de cuantos hacen el amor cerca de tu calle, en qué postura y en qué lugar.
Es sorprendente que más allá de las actividades de pareja también existan otras para la masturbación. El primer ejemplo es el «Pajímetro» para hombres, que mide el ritmo de sacudidas, la fuerza media -y máxima- y el tiempo empleado. El segundo, es el «Vibrador clásico» para mujeres, es la versión lowcost de estos carísimos juguetes, y emula al real.
Otras, en esta misma línea, pero quizás un poco más inocentes -como era el caso de los dados mágicos- son «Sex Drive», una serie de tonos que activan las ondas cerebrales y si se escuchan durante 10 minutos activan el deseo sexual (reduce el estrés, cura el insomnio y quita el dolor de cabeza, además. Es decir, medicina alternativa.), y «Ufook.Me», con el que se puede tocar a una modelo desnuda hasta hacerle llegar al orgasmo. También puntúa el empeño que se le ponga.

En definitiva, hay tantas aplicaciones como gustos colores, cada una adaptándose a las necesidades de cada uno, su orientación sexual o sus ganas de competir con los vecinos. Estos incentivos y ayudas virtuales están muy bien, pero lo que nunca jamás podrá superar un smartphone es el contacto físico e íntimo con una persona real. Tras una buena estrategia, una velada preciosa, y unas risas ¿quién necesita un aparato que te diga lo que tienes que hacer?
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